Desde la preocupación por la fortaleza del Estado social y democrático de Derecho, el autor reflexiona sobre lo que define como abusos en la gestión pública en los que algunos servidores públicos, principalmente cargos electos, suelen incurrir generando situaciones de debilidad institucional y pérdida de oportunidades. Y ello, sin olvidar que estos abusos resultan posibles por la existencia de una base social de bajo nivel cívico que asume con increíble tolerancia este tipo de comportamientos pese a que son los ciudadanos los primeros perjudicados por pautas de conducta pública impropias.

Frente a estos abusos, se plantean (a modo de respuesta) algunas necesidades de obligada atención, siempre bajo el común denominador de garantizar el interés general a largo plazo en beneficio de los ciudadanos y el sistema democrático que los acoge. Necesidades que, atendidas, deberían configurarse como rompientes frente a la mala gestión pública.

El libro no se dirige a ningún país concreto por cuanto los problemas en el ámbito de la gestión pública se han extendido sin atender a ninguna nacionalidad en especial. Es más, puede hablarse de un desafío global por mejorar la gestión pública a partir de un convencimiento interiorizado sobre lo que supone para un Estado social y democrático de Derecho gestionar adecuadamente lo que es común y necesario para todos.