"Cabe la pregunta ¿Por qué un Estado? Independientemente de que lleve este nombre u otro, una sociedad de hombres se reconoce a partir de las fronteras, fijas o movedizas, en el contexto de las cuales tienen vigencia leyes, implícitas o explícitas, que los hombres respetan de un modo voluntario o forzado, y en este espacio existe una autoridad colectiva, más allá de dónde proviene y de quiénes son los titulares de la misma. Sé perfectamente que no está escrito en ningún lado que la idea de una sociedad de hombres libres y en igualdad de condiciones se encuentra en la base de la existencia del Estado.(...) Admito, pues, que existe un orden colectivo que se impone a los hombres, a su voluntad y a sus preferencias; en otros términos: que los hombres nacen, viven y mueren en sociedad y están sometidos a lo largo de toda su existencia a las leyes que definen el orden de esta sociedad. Esta afirmación va más allá del hecho de que las decisiones de una autoridad colectiva no son todas equivalentes entre sí, ni que todas son respetuosas en la misma medida de los deseos y de las aspiraciones de los hombres. Algunas decisiones implican más coerciones que otras, y más exigencias a algunos hombres que a otros. ¿A qué se deben estos matices? Algunas suscitan más gastos que otras, y otras imponen más desembolsos a algunos hombres que a otros: ¿Por qué? Y, finalmente, algunas decisiones ofrecen la posibilidad de mayores beneficios que otras, y más ganancias a algunos hombres que a otros: ¿A qué atribuir esta situación?"