Nos interesa centrar nuestro estudio en algunas de las Obras de la marquesa de Lambert, de las que ofrecemos su traducción y en las que expone cuestiones sobre la condición de la mujer en su época. Dicha elección no ha sido, en absoluto, neutra. En ella incide de manera consciente una curiosidad propia sobre cuestiones que la marquesa aborda en esas obras y que consideramos siguen teniendo interés. En concreto y entre otras, cómo considera el amor, la vejez, las posibilidades de educación, el papel que las mujeres desempeñan en la sociedad y la palabra con la que manifiestan o pueden dejar que su voz sea tenida en cuenta. Es cierto que sus reflexiones y consejos han de ser analizados y comprendidos en el contexto en el que fueron escritos, es decir, la sociedad francesa aristocrática y culta de la primera mitad del siglo XVIII. Significativamente, un siglo y medio más tarde, Virginia Woolf en el célebre escrito en el que indaga los motivos de la ausencia de la voz femenina a lo largo de la historia, afirma que había sido a finales del siglo XVIII cuando las escritoras, con una fuerza desconocida hasta entonces, habían comenzado a narrar sus experiencias desde una perspectiva específica acerca de los problemas que las mujeres se encontraban en sus limitadas y cotidianas vidas. Ahora, en los inicios del siglo XXI, muchas mujeres en las sociedades #cultas# occidentales pueden acceder y acceden a niveles educativos y profesionales similares a los de los hombres, han conquistado iguales derechos y siguen gozando y sufriendo por amor, lo cual no es ni bueno ni malo sino real y humano. Pero muchas se resisten a envejecer y van convirtiéndose, a causa de sus anhelos de eterna juventud, en una monstruosa caricatura de sí mismas. A ellas, los consejos excesivamente pesimistas de la marquesa de Lambert podrían ayudarlas a asumir que envejecer no es agradable pero que ofrece algunas lecciones para seguir viviendo.