La socialdemocracia atraviesa una crisis después de un largo esplendor durante la segunda mitad del siglo XX que alteró la irrupción del neoliberalismo. Es recurrente apelar a su flaqueza ideológica lindándolo al paralelo desmantelamiento del Estado del Bienestar. La Gran Recesión de 2008 ha afectado por completo al centroizquierda tanto en nuestro país como en el resto de Europa. Su electorado natural ha sido precisamente el más castigado por los efectos de la crisis que todavía perduran. La globalización, la proletarización de las clases medias, el empobrecimiento colectivo, la digitalización que ha transformado el mercado laboral y la impotencia de la democracia representativa mientras emergen opciones rupturistas o populistas a izquierda y derecha, obligan a repensar el nuevo marco ideológico en el que debe desenvolverse el centroizquierda. Se antoja imprescindible elaborar un diagnóstico sobre la situación actual que atañe al PSOE y al resto de la socialdemocracia en el Viejo Continente. Un escenario crítico, de pura disyuntiva histórica, que en el caso de España tropieza al mismo tiempo con el debate sobre la viabilidad del sistema constitucional de 1978 y la aparición de nuevas siglas que han trastocado el sistema de partidos. Las sucesivas convocatorias electorales, la fragmentación parlamentaria fruto de la mutación social de los últimos años y el cuestionamiento del bipartidismo junto al de las instituciones han abierto un periodo que va para largo y que el PSOE, después de periodos de gobierno (1982-1996 y 2004-2011), desconoce aún cómo afrontar.