La ciudad en el joven Reclus 1830-1871
hacia la fusión naturaleza-ciudad
- ISBN: 9788494727801
- Editorial: Ediciones del Viaducto
- Fecha de la edición: 2018
- Lugar de la edición: Barcelona. España
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 24 cm
- Nº Pág.: 453
- Idiomas: Español
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Sí, por favor búsquenme este libroEn su discurso y en sus prácticas el joven Reclus nos invita una y otra vez a contemplar la naturaleza que rodea la ciudad y penetra en sus casas; a mirar desde nuestras calles la vegetación, el agua, las montañas y el cielo que nos envuelven. A no perder nunca de vista la naturaleza, ni en los más oscuros rincones urbanos. Porque la naturaleza misma embellece la ciudad, es fuente de nuestro sustento y escuela de humanidad libre.
Si algo destaca en la figura del geógrafo francés desde su más temprana edad es su profundo sentimiento de naturaleza. La unión humanidad-naturaleza es en él básica, absolutamente constitutiva. Con esa sensibilidad fundadora Reclus va a articular desde muy pronto una experiencia y un relato urbanos, una noción y un proyecto de ciudad futura que hacen de él un personaje ineludible del urbanismo protoecológico. La ciudad de Reclus es un lugar privilegiado de concentración de capital natural: nace y crece a partir de las ventajas naturales de posición en un fértil medio agrícola o en el cruce de unas vías naturales de comunicación que la unen al mundo más distante. Jamás se limita la ciudad reclusiana al compacto caserío edificado. Abarca un espacio amplísimo y respira hasta las lejanas montañas y la corona de naturaleza cultivada, de donde la ciudad extrae sus aguas y su alimento. Desde el casco urbano hasta los lejanos límites montañosos que la circundan, el geógrafo anarquista nos enseña a observar panorámicamente esa gran ciudad de enormes contornos, a mirar en derredor desde los observatorios más elevados del centro las sucesivas coronas de naturaleza que la circunda o a contemplarla desde la lejanía.
Con esa noción y esa mirada, el joven Reclus imaginará en 1866 un futuro urbano donde ciudad y naturaleza se funden en una enorme metrópolis verde en perpetua expansión. Una ciudad descentralizada donde las vías de comunicación, auténtica palanca dinamizadora de todo su discurso, unen cotidianamente los tranquilos suburbios residenciales de huertas y jardines y los espacios más alejados y salvajes de la región con el centro civilizado y activo de la urbe; una ciudad que cierra el ciclo de sus aguas, que pretende recapitular históricamente en una nueva unidad el vigor físico y la proximidad a la naturaleza del salvaje con la civilización del hombre moderno. Universalista convencido y profeta de la globalización, Reclus defiende también la ciudad cosmopolita, una metrópolis que permite el acercamiento de los pueblos del mundo en un espacio común, e idealmente su fusión futura.