En el presente volumen se trata de dar una visión global de la galería de esculturas que reunió la reina Cristina de Suecia en sus años de estancia en Roma. La necesidad de crear un ambiente de corte con símbolos que solamente podían estar al a alcance de los reyes, lleva a Cristina a adquirir libros, tapices, cuadros y, en el caso que aquí se trata, una rica colección de esculturas antiguas. Los palacios romanos venían siendo largo tiempo atrás el lugar adecuado para instalar las esculturas que continuamente se encontraban en diversos lugares de la ciudad. Algunos de ellos llegaron a reunir obras que alcanzaron gran fama entre los artistas y los estudiosos. La necesidad de mostrar en su residencia romana una colección de obras reinstaladas y reinterpretadas al gusto de la época, llevó a la reina Cristina a invertir considerables sumas en la adquisición de esculturas para la decoración del Palacio Riario. Los aurotes dan una visión solamente conocida en los medios especializados de la accidentada historia de esta colección, que fue adquirida por los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio para el palacio de la Granja y actualmente se conserva en el Museo del Prado.