Deberían regalarle este libro a Zapatero; y conseguir que lo leyera. El motivo es obvio: rodeado de personas como Pepiño Blanco corre peligro de perder el sentido de la realidad. Claro que no es el único libro que puede servirle para contrastar sus ideas, pero sí es el último que ha salido y su autor es intelectualmente solvente. Se encontrará el presidente, si lo lee, con esa respuesta suya a la madre de Irene Villa, que tantas vueltas ha dado ya, sin que él haya dado muestras de percatarse de lo que revela. Son numerosas las injusticias que suceden a diario, por tanto, si el presidente tiene fijación por la sufrió su abuelo, mucho antes de que él mismo llegara a nacer, es porque las demás no le importan. Cualquiera puede entender que el mejor modo de honrar a su abuelo consiste en actuar con justicia, pero la respuesta citada es tremendamente injusta y fuera de lugar. De otro lado, con esa invocación constante a lo sucedido con su abuelo, renuncia a fomentar lo mejor de sus votantes, hace un llamamiento explícito a su parte sectaria. Tras el brutal atentado del 11-M, lo procedente hubiera sido que todos los partidos hubieran formado una piña y que se hubiesen aplazado las elecciones. Sin embargo, no se hizo, se olvidaron de las víctimas y utilizaron electoralmente el atentado. Los votantes castigaron a quienes tenían el poder, pero eso no significa que los demás fueran inocentes. Son muchas las cuestiones que aborda Gabriel Albiac, pensador de primera fila, en este ensayo, en el que como es habitual en él no reprime ni trata de suavizar sus opiniones, sino que define claramente su idea en cada caso. Así, se alinea con Gustavo Bueno, al decir que el socialismo de Zapatero es el pensamiento Alicia; sus reflexiones abarcan varios campos, desde la Alianza de las Civilizaciones, hasta las relaciones con Marruecos; desde el sentimentalismo en la política, hasta el espíritu de Ermua. Todo escrito con un estilo brillante, apasionado y heterodoxo. El lector, al final, no t