Abd al-Rahman o Abderramán III (891-961) fue el octavo emir independiente y primer califa omeya de Córdoba. Vivió setenta años y reinó cincuenta. Fundó la fastuosa ciudad palatina de Madinat al-Zahra (Medina Azahara) y condujo al emirato cordobés al esplendor califal. Sin embargo, a pesar de sus grandes talentos e inmensos logros, Abderramán III fue también un gobernante controvertido. A su muerte dejó por legado un poderoso califato forjado por la fuerza de las armas, uno de los estados más poderosos del Occidente europeo, que, sin embargo, se derrumbó en poco más de medio siglo. Bajo su mandato, Córdoba se convirtió en un verdadero faro de la civilización y la cultura, rivalizando a lo largo de un siglo con Bagdad y Constantinopla en poder, prestigio, esplendor y cultura. Según fuentes árabes, con su gobierno la ciudad alcanzó, al parecer, el millón de habitantes, lo que la convertía en la ciudad más poblada de Europa. Hizo ampliar la Mezquita de Córdoba, reconstruyendo el alminar, y ordenó edificar la extraordinaria Medina Azahara, de la que hizo su residencia hasta su muerte, tras un reinado de cincuenta años, seis meses y dos días. Su cuerpo fue trasladado al Alcázar de Córdoba donde fue enterrado. Una extraordinaria figura histórica reconstruida con rigor sobre el brillante trasfondo de la Córdoba califal, de la mano de una de las máximas especialistas en la figura y en la época.