La "pupillaris substitutio", con la que el pater familias designaba un heredero para su hijo impúber, fue una institución de gran importancia en Roma a pesar de que vulneraba alguno de los principios básicos del sistema hereditario romano como la prohibición de herencias sucesivas, o desde el siglo I a.C., el carácter personalísimo del testamento. No obstante fue aceptada por los juristas romanos en atención a las ventajas prácticas que con ella trataban de conseguir, y fue considerada como un "testamentum factum filio" con el que el padre disponía de la herencia de éste, por lo que debería hablarse en realidad de dos sucesiones distintas aunque ambas procedan de una misma voluntad, siendo la armonización entre estas dos ideas, "unum testamentum, duarum hereditatum", lo que explica la dualidad que encontramos a veces en la regulación de esta figura dificultando enormemente su estudio. En la actualidad, la sustitución pupilar no sigue exenta de polémica, debatiéndose los distintos ordenamientos entre su eliminación, por haber desaparecido las circunstancias históricas que determinaron su existencia, o su mantenimiento como hace el Código Civil español de 1889, si bien con una regulación escasa que deja abiertas muchas cuestiones a las que no se consigue dar una solución clara y uniforme, por lo que serán de nuevo las necesidades prácticas las que determinen el futuro de la misma y su mantenimiento o no en el ordenamiento jurídico español.