Don Pedro Téllez-Girón, marqués de Peñafiel y III duque de Osuna, fue uno de los personajes más importantes del reinado de Felipe III. Firmó una vida desbordante de actividad, valentía, dotes de gobierno y planes audaces que llegaron a hacer temblar los cimientos de la poderosa Venecia. Por el camino, una huida a Flandes para convertirse en soldado y alcanzar fama de capitán generoso, despreciador de la muerte. Promocionó al virreinato siciliano y conquistó -ducados mediante y gracias a las gestiones de su ilustre asalariado don Francisco de Quevedo- el mismo cargo en 'la perla del Mediterráneo', Nápoles. Allí vivirá sus momentos de mayor gloria, acumulando barcos y soldados hasta convertir una escuadra maltrecha en la mejor flota de Occidente, haciendo temblar al turco y despertando recelos en la corte madrileña. Y entre decisiones políticas y días febriles repletos de acontecimientos, el duque de Osuna aún hallará tiempo para seducir a una gran cantidad de damas; amantes que fueron la mayor pesadilla de su legítima esposa, Catalina Enríquez de Ribera y Cortés de Zúñiga, nieta del conquistador de México, mujer íntegra y de gran temperamento que, por desgracia, nunca logró tener el corazón de su marido al completo.