Cuando a mediados del siglo XIII surge el notariado público en la corona de Castilla y la obra legislativa alfonsina regula el oficio, en Asturias ya se contaba con una larga tradición escrituraria de negocios privados. Por ello pervivirán ciertos usos documentales anteriores como recuerdo de un pasado que tardará en desvanecerse frente a las novedades.
En esta obra se desentraña cómo se produce en el siglo XIV la implantación y el posterior desarrollo del notariado público en el área central del señorío rural de los obispos de Oviedo, y para ello se realiza un exhaustivo análisis del producto de su actividad: los documentos. Los prelados tenían facultad para nombrar a los notarios en los territorios bajo su jurisdicción como una de las prerrogativas de su poder señorial. Con su designación se aseguran el control de una figura que se mostrará clave en la vida de los concejos.
Esta aportación a la bibliografía de la diplomática notarial tiene la particularidad de centrar su estudio en un ambiente rural del norte peninsular y de jurisdicción señorial eclesiástica. Áreas de estudio a las que hasta ahora no se había prestado especial atención.