El contenido de este libro, tan instructivo e innovador, de Isabel Velázques se apoya sobre una columna bien sólida y destacada en la obra isidoriana: el léxico. El léxico como medio eficaz de formación intelectual y como factor generativo de innovaciones lingüísticas imprrescindibles para elaborar la lexicología y la lexicografía españolas en sus orígenes remotos. Isidoro, el santo y sabio obispo sevillano, tan imbuído de la saludable savia del antiguo realismo metafísico, advierte en la captación de la vis significativa de las palabras el conocimiento simultáneo de las cosas mismas nombradas. De ahí su interés prioritario por enriquecer el saber habiual de sus discípulos y lectores más o menos doctos con una oferta edesbordante de sinónimos léxicos; de ahí su entrega entusiasta al estudio y a la enseñanza de las diferencias entre las palabras y entre las cosas; y de ahí, en fin, su aplicación singular a la búsqueda de la origo o precedencia de las voces y, sobre todo, a la interpretación o justificación de la impositio nominum.