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Julián Pacheco

Julián Pacheco
un anarquista del pincel

  • ISBN: 9788494187421
  • Editorial: Asociación Las Siete Entidades
  • Lugar de la edición: Sevilla. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 24 cm
  • Nº Pág.: 213
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
19,00 €
Sin Stock. Disponible en 7/10 días.

Resumen

Podemos estar de enhorabuena, los compañeros de la editorial Las siete entidades acaban de publicar este trabajo riguroso e impecable de Marisol Caldito sobre uno de nuestros pintores más olvidados: Julián Pacheco. Un compañero al que algunos descubrimos apenas hace unos años cuando se publicó en Bicel un pequeño trabajo sobre él y se reprodujeron sus obras en la citada revista. Julián Pacheco, nacido en plena guerra de España, cansado del mortecino ambiente cultural del país y la censura imperante, se exilió primero en París y después en Italia, país en el que vivió hasta bien entrada la democracia en España y donde, al contrario que ocurre aquí, es un pintor reconocido, valorado y estudiado. Extraño absurdo que, como nos desvela Marisol Caldito a lo largo del libro, no es casual.

En efecto, Julián Pacheco cumplió con todos los requisitos de nuestros más afamados pintores de vanguardia de los años sesenta y setenta, es decir, vivió en Madrid y Barcelona, participó de la renovación plástica del informalismo, conoció e hizo amistad con los hoy afamados Tapies, Arroyo, Equipo Crónica, etc., expuso con ellos dentro y fuera de España pero, como decíamos, al contrario que sus compañeros de viaje, Julián Pacheco fue siempre un proscrito, un pinto al que, por no estar dispuesto a comulgar con el régimen de la transición, se le cerraron todas las puertas de la fama y la gloria mediática e institucional.

Marisol Caldito recorre en este libro los hitos vitales del pintor conquense, sus idas y venidas por la segunda mitad del siglo XX, ahondando con lucidez en su obra que, bebiendo de las vanguardias históricas, sobre todo del surrealismo y la abstracción (Klee, Miró, Picasso, Dalí), y de los nuevos realismos europeos (Dubuffet, Vostell), supo elaborar un discurso plástico tan personal como incómodo.

Prólogo de Mercedes Espiau Eizaguirre.

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