Eds. Enrique Ramalle Gómara, Mikel Azurmendi Inchausti. El auto de fe de Logroño celebrado los días 7 y 8 de noviembre de 1610, fue un acontecimiento social de enorme trascendencia. En este proceso inquisitorial de hace cuatro siglos se juzgó en Logroño a 53 personas, de los que 31 eran navarros de la zona de Zugarramurdi y Urdax. Ardieron en la hoguera cinco varones y seis mujeres, cinco en efigie, cuando eran ya cadáveres tras haber fallecido poco antes en las mazmorras. Tratar de comprender hoy, cuatrocientos años después, los hechos que entonces ocurrieron es una obligación científica, social y moral. Efectudas desde el compromiso con la ciencia por seis investigadores de la historia, de la religión, de la filosofía y de la antropología, nuestro interés reúne aquí seis maneras de mirar y entender aquel borroso pasado de los acontecimientos del Auto de Fe. ¿Cómo es posible que inquisidores meticulosos, licenciados en Derecho, autoridades civiles, doctos obispos, frailes y teólogos de calibre y expertos eruditos que hablaron y escribieron sobre los mismos acontecimientos de brujería los apreciaran de manera radicalmente diferente?. Según unos, había que mandar a la hoguera a las brujas y brujos, mas, según otros, ni había brujas ni había que mandarlas quemar pues todo era, si no un obsceno montaje, sí un inmenso error. Tres fueron los inquisidores encargados de este proceso: Alonso Becerra Holguín, Juan de Valle Alvarado y Alonso Salazar y Frías. Entre ellos destaca la figura de Salazar, llamado por Gustav Henningsen, 'el abogado de las brujas', que analizó el proceso desde la lógica judicial. En el Archivo Histórico Nacional se conserva el legajo 1679, 2 Papeles sueltos, cartas, etc. sobre brujas 1611-1618 que reúne la documentación recogida por Salazar entre 1609 y 1619. Su conclusión fue tan clara como sorprendente: <>. En una especie de profecía autoincumplida, las bruj