Trad. Roser Lluch i Oms. 'Tras muchos años de vivir en la situación extrema y violenta de un conflicto político, militar y religioso, puedo decirles, con tristeza, que el ratón de Kafka tenía razón: efectivamente, el mundo se estrecha y se reduce de día en día. Pero cuando escribimos, sentimos que el mundo se mueve, es flexible, y está lleno de posibilidades. Ciertamente no está congelado. Dondequiera que haya existencia humana, no hay congelación ni paralización. Escribo y el mundo no se cierra sobre mí ni se estrecha: hace movimientos de apertura hacia un posible futuro. Imagino. El simple acto de imaginar me hace revivir. Escribo. Siento la profusión de posibilidades que existen en cualquier situación humana. Percibo mi capacidad de elegir. La dulzura de la libertad que creía haber perdido. Escribo y siento que el uso correcto y preciso de las palabras a veces cura una enfermedad. Que es un medio para purificar el aire que respiro de la suciedad y de las manipulaciones de los timadores y violadores del lenguaje. He aquí el gran misterio y la alquimia de nuestras acciones: en cierto sentido, desde el instante en que cogemos la pluma o pulsamos las teclas del ordenador, dejamos de ser la víctima indefensa de todo lo que nos sometía y restringía antes de ponernos a escribir. Escribimos. Somos muy afortunados: el mundo no se cierra sobre nosotros. El mundo no se estrecha'.
Trad. Roser Lluch i Oms