Ensayo breve en el que el autor reflexiona sobre la dispersión y el discurso de los ismos musicales de las vanguardias y las postvanguardias. Contempla el transcurso de la música del siglo XX y del XXI en clave de silencio elocuente. Son silencios broncos y a veces espectrales que se ciernen sobre los pentagramas.
Euterpe, la musa de la música, conoce las armonías y los silencios encadenados que transcurren sobre los pentagramas de los pobres mortales y calla. Sabe del infortunio humano y permite que los músicos dejen constancia del dolor del siglo en sus composiciones. El silencio de Euterpe es la garantía de la libertad del arte musical. Cada compositor toma un sendero estético distinto sin intención de formalizar una estética común. La música de la modernidad es un lapso entre el infortunio y el silencio creativo.
Euterpe contempla la bóveda celeste y se sumerge en el silencio. Mientras admira el giro de las esferas, los acordes musicales de las vanguardias expresan el desequilibrio y el infortunio que Euterpe tanto aborrece. Ante el infortunio, la musa de la música se refugia en lo imperceptible.