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El alzamiento de Varsovia 1944

El alzamiento de Varsovia 1944
(Revista Desperta Ferro. Contemporánea, Nº 64, año 2024)

  • ISBN: 101114165
  • Editorial: Desperta Ferro Ediciones
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 28 cm
  • Nº Pág.: 65
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
7,50 €
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Resumen

A finales de julio de 1944 Polonia llevaba casi cinco años sufriendo la brutal y despiadada ocupación alemana, a la vez que el Armia Krajowa, su Ejército secreto, combatía a los invasores y se preparaba para liberar el país empezando por el alzamiento de Varsovia. En aquel momento la Wehrmacht estaba casi derrotada, pero las nubes que se cernían sobre ella se alzaban también sobre las esperanzas de los polacos, ya que el Ejército Rojo, que avanzaba imparable desde Bielorrusia con destino Varsovia, había sido uno de los invasores de septiembre de 1939, sumiendo a la mitad oriental del país bajo el régimen de Stalin, tan brutal como el de los nazis en la mitad occidental. En 1941 los avatares de la guerra convirtieron a los soviéticos en aliados, pero las relaciones entre estos y el Gobierno polaco en el exilio nunca fueron buenas. Así, cuando el Ejército Rojo empezó su cabalgada hacia Varsovia, los polacos decidieron liberarse a sí mismos, o al menos su capital, para ganarse el derecho a conservar su independencia. La orden del general Tadeusz Bór-Komorowski, emitida durante la tarde del 31 de julio, fijó la Hora W (por Wurza, tormenta) a las 17.00 del 1 de agosto de 1944. Y Varsovia se alzó. La batalla, que apenas tendría que haber durado unas jornadas, se alargó hasta el 2 de octubre. Durante aquellos sesenta y tres días los polacos se defendieron con uñas y dientes contra un enemigo muy superior, con la esperanza de que el Ejército Rojo llegara para socorrerlos, pero este nunca llegó a implicarse a fondo en los combates. Los luchadores del Armia Krajowa tuvieron que enfrentarse a los blindados y a la potencia de fuego de los alemanes con un puñado de armas de diversas procedencias, pero lo peor fue la crueldad manifestada por los ocupantes. La población fue masacrada y los edificios destruidos. Ni tan siquiera la rendición final alivió a la desafortunada ciudad que, como una nueva Cartago, fue arrasada casi por completo tras la batalla.

La ocupación de Polonia por Jan Stalislaw Ciechanowski (Uniwersytet Warszawski)
El 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia y el Ejército polaco, si bien ofreció una fuerte resistencia y evitó que se cumplieran los planes de una guerra relámpago, no pudo resistir los avances del enemigo. Aunque los bombardeos de ciudades y de refugiados, además de las atrocidades cometidas por la Wehrmacht, alimentaron el espíritu de resistencia, a mediados de mes gran parte de la Polonia occidental y central se encontraba en manos del enemigo. El 17 de septiembre el Ejército Rojo invadió el Estado polaco por el este cumpliendo lo acordado en el Pacto Ribbentrop-Mólotov, aunque con más de una semana de retraso pues la Unión Soviética llevaba movilizándose en secreto en sus territorios europeos desde el 3 de septiembre. Varias unidades del Ejército polaco ofrecieron resistencia contra este ataque, que constituía una violación del Pacto de No Agresión Polaco-Soviético de 1932.

El Armia Krajowa y los movimientos de resistencia por José María Faraldo (Universidad Complutense de Madrid)
Los últimos destacamentos militares que resistieron a alemanes y soviéticos hasta después de la total ocupación y partición del país fueron los que comenzaron las primeras acciones partisanas. Las llamadas “guerrillas de septiembre” estuvieron formadas por grupos de soldados aislados, desprendidos de sus derrotados batallones, que actuaron sin coordinación alguna, siguiendo una tradición resistencial polaca nacida durante las rebeliones del siglo XIX y perpetuada a través de los rituales de estado y la educación paramilitar del período de entreguerras. La más conocida fue la del mítico mayor Henryk Dobrzanski “Hubal”, que aguantó con sus hombres hasta ser aniquilado por los alemanes el 30 de abril de 1940. Las condiciones de formación de la resistencia dependieron mucho según las distintas zonas. En las regiones anexionadas directamente al Reich surgió una actividad conspirativa dirigida a acumular información sobre aspectos bélicos de interés para el esfuerzo de guerra aliado; pero durante mucho tiempo el grueso de la resistencia se mantuvo en la zona del Gobierno General.

Alzarse o no alzarse. El momento de la decisión por Michal Przybylak (Akademia Sztuki Wojennej)
En octubre de 1939, cerca de la pequeña localidad de Kock, situada en aquel momento en la Polonia central, se rindieron a los alemanes las últimas unidades regulares organizadas del Ejército polaco. El general Franciszek Kleeberg, comandante del Grupo Operativo Independiente Polesie, último en entregar las armas el día 5, escribió lo siguiente en su orden de despedida: “Hoy estamos rodeados, casi sin munición ni alimentos. Continuar la lucha no mantiene viva ninguna esperanza, tan solo derramará la sangre de soldados que aún pueden ser útiles”. Las primeras organizaciones clandestinas dispuestas a continuar la lucha contra los alemanes y los soviéticos empezaron a formarse durante la Guerra Defensiva Polaca –también llamada campaña de septiembre– de 1939; con lo que comenzaron los preparativos para un futuro levantamiento popular que pusiese fin a la ocupación y liberase todo el país. No fueron ilusiones ni utopías, pues veinte años antes, en 1918, las organizaciones clandestinas habían ayudado a Polonia en la recuperación de su independencia. La experiencia histórica indicaba que un levantamiento tenía posibilidades de éxito. “Tan solo” necesitaba una buena preparación y unas condiciones apropiadas.

Varsovia en llamas. El estallido del levantamiento por Rafal Brodacki (Muzeum Powstania Warszawskiego)
A finales de julio de 1944, con el frente muy cerca de Varsovia, hubo acaloradas discusiones entre los representantes del Estado Clandestino polaco sobre la fecha de inicio de los combates del alzamiento en la capital. Finalmente, el 31 de julio el comandante del Armia Krajowa, el general de división Tadeusz Komorowski “Bór”, dio la orden de desencadenar el alzamiento de Varsovia el 1 de agosto de 1944 a la hora W, es decir, a las 17.00. Cuando se dio la orden de iniciar la lucha, el distrito de Varsovia del Armia Krajowa estaba bajo el mando del coronel Antoni Chrusciel “Monter”, que también iba a ser el comandante del levantamiento y a quien estaban subordinados los ocho distritos correspondientes a los barrios de Srodmiescie, Zoliborz, Wola, Ochota, Mokotów y Praga, la zona de Okecie y los alrededores de Varsovia. En total, en vísperas del estallido del levantamiento de Varsovia, las unidades polacas del Armia Krajowa en la zona sumaban alrededor de 55 000 soldados, que en general estaban mal armados.

La reacción aliada al alzamiento de Varsovia por Jacek Tebinka (Uniwersytet Gdanski)
Polonia fue el único Estado aliado atacado y conquistado tanto por la Alemania nazi como por la Unión Soviética, lo que, a pesar de cierta normalización en el verano de 1941 tras la Operación Barbarroja, afectó al desarrollo de las relaciones entre el Gobierno polaco en Londres y Moscú. En la noche del 25 al 26 de agosto de 1943, Stalin rompió las relaciones diplomáticas con el Gobierno polaco con motivo del caso de los oficiales asesinados en Katyn por el NKVD, y posteriormente aceleró la construcción de estructuras políticas y militares comunistas destinadas a tomar el poder en Polonia en el futuro. Por otro lado, Polonia fue el aliado más duradero de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, y también ocupó un lugar especial en las actividades del Mando de Operaciones Especiales (Special Operations Executive, SOE), una organización secreta creada por el primer ministro Winston Churchill para ayudar a los movimientos de resistencia en los países ocupados por Hitler.

El contraataque alemán hasta la ciudad vieja porLukasz Przybylo (Akademia Sztuki Wojennej)
La primera tarea que se impusieron los alemanes fue abrirse paso a través de los barrios de Varsovia situados en la margen izquierda del Vístula en dirección al de Praga, en la orilla derecha. En los suburbios al este de la capital polaca, las divisiones acorazadas de la Wehrmacht y las Waffen-SS estaban librando una encarnizada batalla contra los soviéticos y el objetivo era asegurarse lo antes posible una ruta de suministro o de posible retirada a través del río. Para ello las unidades alemanas llegaron desde el oeste y se concentraron para atacar a lo largo de dos corredores en dirección a los puentes. El primero conducía a través de Wola y la ciudad vieja, el segundo a través de Ochota y Srodmiescie.

Destrucción y exterminio en el alzamiento de Varsovia por Kazimierz Przeszowski (Instytut Pileckiego)
Cuando estalló el alzamiento de Varsovia el 1 de agosto de 1944, unos 920 000 polacos habitaban la capital de la Polonia ocupada por los alemanes. Adolf Hitler y Heinrich Himmler iban a sellar su destino. “El momento es sumamente desagradable –dijo el segundo–. [Pero] desde un punto de vista histórico es una bendición que hayan hecho esto, porque dentro de cinco o seis semanas todo habrá terminado y entonces Varsovia, la capital, la cabeza, la intelectualidad de aquellos que alguna vez fueron dieciséis, diecisiete o catorce millones de polacos que nos han bloqueado desde el este durante setecientos años y se han enfrentado repetidamente a nosotros desde la primera batalla de Tannenberg [1410], finalmente será eliminada. Y entonces el problema polaco [das polnische Problem] será historia para nuestros hijos y para todos los que nos sucedan. Incluso para nosotros dejará de ser un gran problema.

Septiembre. El mes de la esperanza y la derrota por Lukasz Przybylo (Akademia Sztuki Wojennej)
Tras la captura de la ciudad vieja el territorio controlado por los insurgentes quedó dividido en dos partes: el barrio de Zoliborz y el bosque de Kampinos al norte, y Srodmiescie y los distritos de Powisle, Czerniaków y Mokotów al sur. Para entonces las posibilidades de una victoria militar del levantamiento se habían esfumado, pero cabía la posibilidad de que los soviéticos tomaran la margen derecha del Vístula, cruzaran el río y se unieran a sus “aliados”. Los alemanes eran muy conscientes de ello, por lo que inmediatamente después del final de la batalla por la ciudad vieja hicieron todo lo posible para aislar a los insurgentes del Vístula. Sin embargo, las fuerzas comandadas por Von dem Bach, compuestas por más de trescientas unidades de todo tipo de fuerzas (Wehrmacht, SS, Policía y voluntarios orientales), estaban muy mermadas y prácticamente carecían de hombres aptos para el combate.

La memoria del alzamiento de Varsovia por Alberto Trujillo Gómez (Poland First to Fight)
Al final de la Segunda Guerra Mundial los comunistas del Comité Polaco de Liberación Nacional, con sede en Lublín, estaban consolidando su poder en el país con el apoyo de los más de cuatrocientos mil soldados soviéticos basados en Polonia al final de la guerra y de los quince regimientos destacados por el NKVD en este territorio “aliado”; mientras que solamente iba a mantener diez en su zona de ocupación de la derrotada Alemania. Todo esto ante la indolente mirada de los aliados occidentales de Polonia que, para no contrariar a Stalin, iban a retirar en breve su reconocimiento al Gobierno polaco legítimo exiliado en Londres. Pronto nacería la República Popular de Polonia, que iba a sostenerse durante cuarenta y cinco años, durante los que el levantamiento iba a suponer un incómodo recordatorio de su origen ilegítimo, por lo que, según las circunstancias de cada periodo, las autoridades trataron de imponer distintas narrativas sobre el mismo, todas y cada una de ellas completamente falsas.

Directores Alberto Pérez Rubio, Carlos de la Rocha, Javier Gómez Valero.

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