La villa soriana de Deza, al Este de la provincia, en la raya con Aragón, es uno de los pueblos más interesantes y con una historia más intensa de todas las tierras sorianas. Se dan muchas circunstancias para que esto sea así: la abundancia de agua, el clima más suave debido a la menor altitud que la media de la provincia, el haber sido frontera entre los reinos de Aragón y Castilla, el que varios nobles fijaran en ella sus ojos e intereses, el que se asentaran en la villa judíos y moriscos (muchos de los cuales se vieron procesados por el Tribunal de la Inquisición de Cuenca), el contar con algunos caminos de relativa importancia (relativa en la actualidad, en la Edad Media y Moderna, el que un camino discurriera por el término resultaba muy importante), entre otras.

Buena huerta, mucha prehistoria e historia, monumentos notables, restos de ventas, son la consecuencia de esas circunstancias, todas favorables. Todo ello ha sido recogido, en dos volúmenes, por Vicente Alejandre Alcalde, dezano afincado en Calatayud.

La importancia histórica de Deza aparece resumida en el Anexo I, “Fechas para la Historia de Deza”. En él se da como fecha primera el -12000, cuando aparecen, en la Peña del Manto, las primeras manifestaciones de la presencia humana con restos de industria magdaleniense. Pero es en la Edad Media cuando tienen lugar los acontecimientos que conformarían, durante siglos, la vida de los dezanos y la configuración del caserío, culminando más tarde con la construcción de edificios notables que, por fortuna, aún perduran, como el palacio de los Finojosa y la magnífica iglesia. No corrieron igual suerte el castillo, que en el siglo XVII todavía tenía alcaide) y la muralla.

Todo lo relacionado con Deza está en los dos volúmenes: toponimia, geología, geografía, hidrología, climatología, demografía, y extensamente tratada la arqueología y la historia, que ha sido estudiada directamente en archivos y crónicas. En uno de los anexos aparecen íntegras las preguntas y respuestas del Catastro del Marqués de la Ensenada.

Repasa también el autor algunos datos históricos de la comarca natural de Deza: La Alameda, Carabantes, La Quiñonería, Reznos, Sauquillo de Alcázar, Peñalcázar, Almazul, Mazaterón, Miñana, Cihuela, Embid de Ariza, y Bordalba.

Suponemos que la riqueza histórica de Deza ha desbordado al autor (ejemplo de ello son los dos volúmenes necesarios para su desarrollo), y se ha dejado en el tintero algunos aspectos a los que somos tan aficionadas, como son los de etnografía, ritos, costumbres…, pero esperamos que lo amplíe en futuras publicaciones. Mientras tanto, “Deza, entre Castilla y Aragón”, es un libro o dos, indispensables para conocer, no sólo la historia de Deza, si no de la raya con Aragón.