Esta obra nos lleva a conocer los distintos sentimientos que se han mostrado hacia los menesterosos, la utilización que se ha hecho de ellos y el choque entre el pensamiento de la iglesia católica que se arroga la capacidad de ser el único camino de ayuda mediante la caridad y la sociedad liberal que entiende debe ser el estado mediante la beneficencia pública.

Para comprender esta situación el autor nos introduce en una institución, el Asilo de San Bernardino, que se inicia en 1834 y prolonga su existencia hasta el inicio del siglo XX. La vida cotidiana nos lleva a conocer las prácticas represivas, la dureza de las normas del asilo, pero también el desarrollo profesional de muchos internos, enmarcados en una etapa convulsa de la historia española, plagada de guerras civiles, pronunciamientos militares y la aparición de un incipiente movimiento obrero que se aparta de la religión y habla de justicia social y de derechos.

Esta obra cubre ampliamente una parte del vacío existente en la historiografía social madrileña, en la que aún faltan muchas instituciones por investigar.