El proceso revolucionario cubano ha constituido un experimento político que por sus peculiaridades tiene gran importancia para la historia de Cuba. No solamente por ser un modelo en sí mismo, dentro del sistema socialista, sino por su larga duración y las repercusiones directas e indirectas sobre el Caribe, América Latina y otros países del Tercer Mundo.

Al seleccionar el tema de un modelo de Estado y la Institucionalización de los órganos de Poder Popular se tiene en cuenta la gran importancia que concedieron todos los estudiosos de asuntos cubanos a esta constitución peculiar en un país tan alejado del modelo soviético y su órbita cercana. Los transcurrido en la década de los sesenta fue una fase de transformación ideológica con excesivo personalismo e improvisaciones revolucionarias. Se presentaba la década de los setenta como la de la transformación del poder personalizado en un poder representativo donde hubiera una verdadera participación del pueblo movilizado.

Este estudio se extiende desde 1959, con el triunfo de la Revolución, y llega hasta el año 1986, cuando se celebra el III Congreso de Partido Comunista de Cuba. Las resoluciones de los dos primeros congresos fueron decisivas para establecer los lineamientos que habrían de conducir a la institucionalidad del Estado socialista. Los congresos posteriores han aportado algunas modificaciones menos relevantes.