Varias de las familias que habitan estos cuentos son judías. Pero las historias, los asuntos que unen o separan para siempre a sus personajes, son universales. Escritos con un estilo límpido y sencillo y con una escritura que se cuela a través de las grietas de la realidad, los cuentos de Varda Fiszbein son tan claros y tan oscuros como la vida.

En estas páginas, la vida cotidiana es la punta visibles de una enorme materia sumergida que está allí, que podemos sentir sosteniendo, articulando, dándole sentido a la historia. Lo oculto es una fuerza poderosa que tira de las palabras y nos atrae a su centro invisible. Allí, en las profundidades, nos aguardan estos sagrados y oscuros asuntos de familia.

En este libro viven pequeños mundos siempre al filo del síncope. A veces colapsan, a veces resisten. Por sus páginas desfilan historias de inmigrantes que se extienden en el tiempo, historias mínimas (y gigantescas) que recorren el universo doméstico, historias sometidas al poder del destino o de un simple recuerdo.

Con un dominio de la narración que incluye el más sutil de los suspensos, Fiszbein ha escrito estos relatos necesarios, llenos de dolor y de furia.