El terrorismo pasa por ser la peor plaga que hoy amenaza tanto a los Estados desarrollados como a los que integran el llamado tercer mundo. El concepto criminológico es muy fácil de aprehender: violencia, finalidad política, organización criminal, terror. Pero, a pesar del tiempo transcurrido desde su aparición sistemática a finales del siglo XIX, la doctrina no ha sido capaz de articular siquiera un concepto jurídico satisfactorio del fenómeno, y la razón es que el terrorismo no versa sobre un bien jurídico determinado, distinto del objeto de los demás delitos, sino que todos los bienes jurídicos, colectivos e individuales, pueden ser atacados por el terrorista en unidad de acto. Llama la atención observar que el terrorismo, al parecer, a pesar de su naturaleza sangrienta e indiscriminada, tiene atractivos morales suficientes como para que las mismas víctimas lleguen a justificar o al menos a suavizar la conducta tal vez más inhumana del mundo. La única explicación parece radicar en la aureola de héroe que se asigna el terrorista, y que están alegremente dispuestos a reconocerle sacerdotes y Obispos complacientes, más generosos con los hijos asesinos que con los hijos víctimas.que parecen estar peor educadas. Pero lo dicho no es todo. En ocasiones, el pueblo asiste atónito al fenómeno de confusión que genera el lenguaje político y manipulado que emplean los políticos gobernantes para tratar con los políticos criminales la procedencia de una solución al margen de los tribunales de justicia. El que tenga ojos para leer, que lea.