Persigue dos objetivos principales. En primer lugar reivindicar el papel histórico y la función del sindicalismo como un factor específico y nuclear en el proceso de construcción de nuestra democracia. No hay sindicalismo donde no exista democracia. Por otra parte, el sindicalismo contribuye al fortalecimiento, a la profundización, a la ampliación de la democracia. A frenar el avance de una desigualdad creciente, a propiciar un reparto más equitativo de la riqueza generada por el conjunto de la sociedad. En segundo lugar, abrir el foco para la reflexión, sin apriorismos y desde una perspectiva plural, sobre algunos de los grandes retos y las notables incertidumbres a las que aquél se enfrenta hoy para seguir asumiendo este papel en sociedades cambiantes y complejas. Las aportaciones son de varios protagonistas en la Transición como Nicolas Sartorius, Joaquín Almunia o José María Zufiaur; de dirigentes sindicales como Unai Sordo, de Juristas como Garbiñe Biurrun, etc...