El ser humano, excepcionalmente precario y frágil, desde su llegada al mundo como individuo y como especie si lo comparamos con el resto de los animales, nunca deja de enfrentarse, por esta condición, a la posibilidad de su aniquilación, de su reducción a la nada. Las creencias orientales, también la mística, son formas de abordarla, pero también lo es el fantasma.

En alianza con la pulsión el fantasma puede tomar verdaderamente cuerpo: cuerpo individual en el psicótico llenándolo de angustia, o cuerpo colectivo en las ideologías totalitarias impidiendo toda discrepancia racional, hasta llegar a encarnarse, literalmente y con consecuencias trágicas, en la Ley. Así es como la autora lo explica magistralmente en el caso de Hitler y el nacionalsocialismo, fantasma desarrollado ante la amenaza de aniquilación para Alemania tras la Primera Guerra Mundial y el subsiguiente Tratado de Versalles.

A la relación, y contradicción, entre fantasma y razón nos enfrenta lúcidamente este libro: algo especialmente importante hoy día, cuando discursos reiterativos sustentados por grupos sociales y medios de comunicación, aparentemente documentados pero impermeables a todo razonamiento por poco que se cuestionen, se presentan como salvación ante un mundo amenazado por problemas reales de difícil solución.