Los seres humanos de nuestro tiempo operan en dos escenarios paralelos: el tradicional o real y el virtual o del ciberespacio. En ambos tienen problemas de seguridad y es deber de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad garantizarla.
El ciberespacio no solo genera problemas de seguridad virtuales sino que afecta a la vida, integridad física, patrimonio, una larga lista de derechos y libertades públicas que defendemos en el mundo real y que parecen no preocuparnos en el mundo virtual. No tenemos inconveniente en que perfiles de nuestra identidad se generen y circulen en Internet, y no solo en las redes sociales.
Gracias al ciberespacio, cada día operamos en mayor medida en redes o grupos, como los descritos por McLuhan en su Aldea Global, donde también hay terroristas, ladrones, matones y la delincuencia organizada se mueve con medios y soltura. También puede verse afectada la seguridad interior y exterior del Estado y el funcionamiento de los servicios públicos esenciales. Son las ciberamenazas.
Las redes sociales en Internet están cambiando la forma de comunicarnos y permiten a las personas ser ellas y también su “alter ego” (alteri) o quien quieren ser, planteándose el eterno conflicto del bien y el mal, dentro de un aparente escenario de anonimato, con consecuencias para la seguridad.