Mariano de Madrazo, ministro plenipotenciario y cónsul general en Jerusalén durante los azarosos días de octubre de 1956, aborda en este ensayo histórico un entrañable tema prácticamente desconocido. El hombre de archivo y el viajero que supo estudiar y contrastar pueblos y países diferentes durante su actuación diplomático-consular, cooperan en la presente obra, que si en la superficie es objetiva y serena como un informe, en lo profundo revela el ardor de un cruzado. El punto de vista mantenido por Mariano de Madrazo parte del hecho conocido de la influencia secular de España en Tierra Santa. Y de algo menos sabido: cuál fue el fondo de esta influencia, sus efectos, la actitud mantenida con aquella porción del planeta. El balance histórico ha de estar presente en el pensamiento de todos porque grande fue la contribución en el terreno material y moral. Debe circunscribirse al desarrollo histórico de un pasado todavía no lejano, siendo necesario recordar y actualizar los acaecimientos ocurridos desde la Gran guerra de 1914-18 en el curso de la vida de los pueblos de Occidente europeo, engarzando con ellos la evolución de la vida político-social de Palestina. Pudo la ayuda secular de España no representar todo su valor cotizable en el terreno de los principios éticos que han regulado la civilización cristiana, en la paz de 1918, mas hay prestigios que se mantienen permanentes por encima de las mejores ventajas políticas, y el de España perdura en Jerusalén sostenido por la prudencia y visión del futuro, siendo posible que su proyección en la vida internacional tenga alcance y eficacia el día que Jerusalén posea aquellas seguridades y garantías necesarias para el logro de todas las finalidades que le son debidas por su alta significación cristiana y político-religiosa en el Medio Oriente.