El progresivo agotamiento del género chico se inscribe en una crisis general del teatro, que ya no logra dar cuenta de la convulsa realidad española e intenta nuevas formas, aunque el conservadurismo teatral persiste. Entre 1905 y 1909, periodo de transición entre las formas tradicionales y las renovadoras, Arniches crea y representa las obras de este volumen. Como autor de éxito, plenamente integrado en el teatro popular de mayorías, no introduce en ellas cambios sustanciales respecto de su esquema anterior. Estas piezas breves reflejan la variedad de géneros del teatro mayoritario (zarzuela cómica, sainete lírico, entremés, etc.), todas compuestas con música y protagonizadas mayormente por personajes de clases populares. Pese al esquema conservador, en su contenido son obras moralizadoras y critican la hipocresía, la doble moral, la avaricia, aunque la coautoría con García Álvarez le lleva a acentuar más el humor disparatado que la denuncia comprometida. Con él escribe doce de estas obras, ya que era habitual la colaboración entre autores. En esta etapa Arniches afianza un lenguaje propio y unos recursos escénicos con los que transitará hacia la tragicomedia para representar la realidad.