Melancolía y suicidios literarios
de Aristóteles a Alejandra Pizarnik
- ISBN: 9788415174950
- Editorial: Fórcola Ediciones
- Fecha de la edición: 2014
- Lugar de la edición: Madrid. España
- Colección: Señales
- Encuadernación: Rústica
- Medidas: 24 cm
- Nº Pág.: 192
- Idiomas: Español
Su temperamento melancólico hace al suicida víctima de la bilis negra, lo cual, como sabemos desde Aristóteles, no le convierte necesariamente en un enfermo, pero sí le condena a una cierta propensión a la enfermedad que los modernos conocemos como depresión. Por culpa de la bilis negra, uno de los cuatro humores clásicos, el suicida no tolera la sobriedad fría de la vida, y la melancolía le convierte en un ser excepcional que, según Platón, lo emparenta con héroes trágicos como Áyax o Heracles. Como hijo de Saturno, el melancólico-suicida está relacionado con el geómetra, el que domina «el arte de la medida», la ciencia del peso y del número, y en definitiva, de la sabiduría y la escritura. Él posee las llaves, el poder del artista, y preso del taedium vitae, decide interrumpir el orden.
Hijos de Saturno fueron Antístenes, Diógenes de Sínope, Zenón de Citio, Empédocles, Epicuro o Séneca, en la Antigüedad. El Romanticismo y el joven Werther hicieron suicidas a Karoline von Günderode, Alfred de Musset, Sophie Risteau, Camilo Castelo Branco, Mariano José de Larra, Antero de Quental o lord Robert Castlereagh. Finalmente, el siglo xx nos ha traído los suicidios de Ernest Hemingway, Virginia Woolf, Arthur Koestler, Cesare Pavese, Primo Levi, Stefan Zweig, Walter Benjamin o Alejandra Pizarnik.