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James Ensor

James Ensor
obra gráfica completa

  • ISBN: 9788487369650
  • Editorial: Fundación Carlos de Amberes
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Cartoné
  • Medidas: 28 cm
  • Nº Pág.: 303
  • Idiomas:

Papel: Cartoné
35,00 €
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Resumen

Este catálogo razonado recoge la obra de James Ensor (Ostende, Bélgica, 1860-1949), una figura mayor en la vanguardia belga y un importante precursor en el desarrollo del expresionismo y el surrealismo. Hijo de padre inglés y de madre flamenca, Ensor nació y vivió en la ciudad belga de Ostende donde pasó toda su vida, a excepción de algún viaje (Londres, París) y su estancia de tres años en Bruselas para estudiar en la Academia de Bellas Artes (1877-1879). Su familia poseía una tienda de souvenirs, donde se vendían porcelanas chinas, abanicos, conchas marinas, máscaras de carnaval y otros objetos decorativos que aparecieron con frecuencia en sus cuadros. En una primera etapa, su obra comprende interiores y paisajes pintados en un estilo realista, un colorido rico y profundo y una iluminación suave pero vibrante. Hacia 1885, bajo la influencia de Turner y de los impresionistas, el color se vuelve más luminoso. En esa época, su obra abunda en máscaras, esqueletos y otros elementos grotescos y macabros, vinculados a la tradición flamenca de El Bosco y Brueghel. Tanto en sus grabados como en su pintura alienta una feroz intención satírica, que a veces alcanza intensidad visionaria; por ejemplo, en su obra maestra Entrada de Cristo en Bruselas (1888). Suele decirse que el impulso creativo de Ensor, que fue miembro fundador del grupo Les XX, declina, tanto en cantidad como en calidad, desde 1900. A partir de entonces, el artista, en vez de composiciones originales, prefiere elaborar nuevas versiones de sus obras anteriores, y sus fantasías resultan menos mordaces, más amables. En todo caso, es en esta larga etapa tardía cuando crece y se asienta la fama del artista. En 1908 se publica una monografía sobre su vida y su creación escrita por el gran poeta y crítico Émile Verhaeren. En 1910 tiene lugar una gran retrospectiva de su obra (en el Rotterdamsche Kunstring). Por entonces, Ensor provoca la admiración de los expresionistas alemanes; así lo prueba el que fuera incluido en la exposición Der Sturm de 1912, y las visitas de Emil Nolde y Erick Heckel a Ostende. El reconocimiento oficial y el aplauso popular finalmente llegarán para Ensor en la década de 1920, con una serie de exposiciones en las principales capitales europeas, culminando en 1929 con la gran retrospectiva de su obra en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas, cuando el rey de los belgas concede al pintor el título de barón y su ciudad natal erige un monumento en su honor. ESTILO James Ensor no puede enmarcarse en ninguna corriente o estilo particular. Su iconografía fue absolutamente personal y el hecho de que pasara prácticamente toda su vida en Ostende, una ciudad tan alejada de los centros artísticos, le mantuvo al margen de las vanguardias del momento. Denominado muchas veces como “el pintor de las máscaras” por las numerosas obras donde aparece este tema, el pintor belga también realizó muchos paisajes, donde experimentaba con la luz, retratos, bodegones, cuadros religiosos, etc, pero siempre desde su personalísimo punto de vista. Su estilo destaca sobre todo por su modernidad, su uso innovador y alegórico de la luz, su espíritu satírico, y su profundo interés en el carnaval y el espectáculo, además de su autofascinación, reflejando así un trabajo atrevido y experimental. En su formación son relevantes los estudios que hace de Rembrandt, Goya, Turner, El Bosco o Brueghel. De unos toma el tratamiento de la luz, las pinceladas gruesas, y de otros una expresividad cercana a la caricatura para ofrecer una visión grotesca de la humanidad El estilo de Ensor preludia el desarrollo posterior de la tendencia europea que considera que la pintura tiene que ser, antes que nada, un vehículo de expresión de emociones y, a la vez, una dura crítica de la realidad. Su obra ejerció una influencia de gran importancia en la pintura del siglo XX. Por un lado, su temática espeluznante allanó el camino al surrealismo y al dadá. Por otro, mediante su mordaz ironía, su sentido de la irrisión y de la auto-irrisión, su color intenso, su expresividad, Ensor, pintor extraño e inclasificable, encuentra su sitio entre los precursores del expresionismo.

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