La existencia y el uso de la información se relacionan con uno de los fenómenos característicos de nuestro tiempo: la globalización. En efecto, la información, como parte fundamental de todo movimiento cultural y como uno de los productos más distintivos del ser humano, posibilita conocernos a nosotros mismos y a los otros, permite realizar una relectura del ser y del quehacer. Esta interpretación se logra gracias a las fuentes informativas creadas y disponibles en la propia región, las cuales nos brindan elementos para concebir a ésta como una comunidad vigorosa, todavía llena de expectativas, riquezas y fortalezas, que tiene asignado un papel protagónico (no sólo receptor), en un mundo que, al inicio de un nuevo milenio, afronta la controvertida participación de países, bloques y regiones. Las sociedades desarrolladas se han nutrido del conocimiento y han evitado la improvisación con el fin de utilizar información para tomar decisiones y generar ciencia, tecnología, arte y cultura en general; de tal modo, sortean las contradicciones y las presiones que imponen los intereses mercantiles de las economías globalizadas. Los países en vías de desarrollo (periféricos y débiles), a su vez, presentan un notorio desfase respecto de la infraestructura del mundo del conocimiento, porque su base educativa es débil y su inversión en escuelas, universidades y centros que acopian y ofrecen información resultan pobres, y hay que reconocer que los bienes del conocimiento no se adquieren de un día para otro: constituyen inversiones a largo plazo e implican un esfuerzo constante durante la vida de una persona, un pueblo o un país. Las contribuciones de este volumen representan una aportación para conocernos más a partir de uno de los productos culturales más importantes de nuestro tiempo: la información; a partir de ella, es posible construir las acciones y las fuerzas que permitan la integración y la convivencia positiva y proactiva de la gran comunidad que forman América Latina y