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Inflación penal, determinismo criminal y segregación

Inflación penal, determinismo criminal y segregación
la inutilidad de la propuesta readaptadora ante la nueva emergencia del criminal genéticamente determinado

  • ISBN: 9789709511383
  • Editorial: Ubijus Editorial
  • Lugar de la edición: México D.F.. México
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 22 cm
  • Nº Pág.: 259
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
30,33 € 28,81 €
LIBRO IBEROAMERICANO. Sin Stock. Envío en 7/8 semanas.

Resumen

Frente al mundo griego, el cristianismo afirmará la liberta<: l de la persona. Dios nos hizo a su imagen y semejanza, nos dotó de libre albedrío y de capacidad para elegir entre el bien y el mal Si hoy nos sentimos libres es por influencia del cristianismo. Sin embargo, en la teología cristiana, tal afirmación de libertad individual trae también aparejada una serie de problemas. Por ejemplo ¿cómo hacerla compatible con la suprema sabiduría de Dios? Pues si Dios lo sabe todo, también conocerá nuestro futuro. ¿Significa eso que ya está escrito? Sólo a unos pocos escogidos les permitirá Dios hacer el bien y salvarse. Es la doctrina de la predestinación, radicalmente rechazada por el catolicismo. Quizá la aportación fundamental que hizo la filosofía de nuestro siglo, sea el haber mostrado en forma muy intuitiva que somos seres libres, ello se lo debemos al existencialismo. No sólo la existencia de: personas. Es contingente (posible de ser de una forma u otra); también es contingente su esencia. De modo que, somos de una manera o podríamos haber sido de otra, tener otro carácter, otra cultura. Lo no le ocurre a ninguno de los seres que nos rodean: son lo que son y no podrían ser de otro modo. Nos vamos modelando a lo largo de la vida. Cuando nacemos, no somos nada, carecemos de esencia, de modo de ser, sólo tenemos existencia. Así y poco a poco, a medida que vamos tomando decisiones, nos vamos dotando de unos rasgos constitutivos, de una personalidad. No estamos obligados a ser de una forma en concreto, luego entonces, somos libres. Supuesta su libertad, lo lógico sería que el ser humano dedicara su vida a buscar la felicidad. Para ser feliz -decía Aristóteles- hemos de convertirnos en unos virtuosos de la razón. Pero acaso el problema ético fundamental no sea el de la felicidad, sino el de cómo ser buena persona. Así lo creía Kant, filósofo alemán del siglo XVIII, según el cual, para que una decisión tomada por nuestra voluntad sea moralmente buena, ha de tener como mot

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