Durante mucho tiempo se ha asimilado a delito lo que se venía considerando <>, de modo que términos como plagio, falsificación, fraude y otros tienen principalmente una acepción legal, muy comprensible en tanto las falsificaciones literarias han podido servir para legitimar derechos sobre tierras, propiedades o cobros de impuestos. Las genealogías, las historias de ciudades o las de iglesias locales abundan en este tipo de falsa literatura dirigida a asegurar un orden político, económico o de poder... Sin embargo, en la actualidad estas prácticas literarias se consideran de un modo más desinhibido, nada o apenas punitivo, cuando se emplean libremente como parte de los instrumentos de la creación literaria o artística. Se han producido cambios significativos en la forma de entender y canalizar la creatividad en general y también en el estatuto del autor y de la creación.