Hagan juego.
Con el casino de Madrid como telón de fondo, vemos en Identidades en juego cómo se fue constituyendo la identidad de las clases altas de la sociedad española del siglo XIX hasta principios del XX.
El espacio común del club favoreció la creación de diversos elementos simbólicos que configuraban la definición de aquella élite: los edificios y su lujo arquitectónico y decorativo, carruajes, adelantos técnicos icónicos de la modernidad, sus actividades cotidianas que cohesionaban el grupo… el club fue emitiendo una serie de mensajes simbólicos que permitieron construir un perfil en torno a ese mundo de ocio elitista. Pero en este espacio y entorno no solo se definían ellos, sino que, al hacerlo, delimitaban la identidad del resto de la urbe. De este modo, al otro lado de la mesa, definieron también a los miembros de la clase baja a través de su forma de relacionarse con ellos: la caridad.
En este juego de identidades, María Zozaya señala las raíces del desarrollo de la política liberal cuyos ecos invaden nuestro presente.
No va más.