Actualmente, pocas palabras se utilizan más que “mundialización” y “globalización” en las publicaciones de Historia y Economía. Como sucede a menudo en estos casos, ambos términos suelen usarse en la práctica como sinónimos. Nosotros, sin embargo, hablamos de mundialización cuando existe un ámbito planetario de enlaces regidos desde un lugar nuclear dotado de un centro político decisorio. Y, por ello, calificamos de mundialización a un movimiento centrífugo que, iniciándose a finales del siglo XV, llegaría hasta las últimas décadas del siglo XX, en un complejo proceso que antecede a nuestra era global. Se afirma entonces que fue el ahondamiento del fenómeno mundializador quien produjo la globalización o interconexión de espacios antes restringidos por criterios y fronteras político-culturales. Un fenómeno que se irá consolidando desde finales de la Segunda Guerra Mundial, sufriendo su primera gran crisis en 2007-2008. A lo largo de estas páginas se pretende desarrollar una explicación de los mecanismos espaciales que hicieron posible que un proceso de mundialización creciente acabara desembocando en otro globalizador. Nuestra tarea se inicia en los orígenes del proceso, a partir de 1470 aproximadamente. Se busca con ello que el lector pueda entender cómo aquellos problemas aparentemente lejanos nos afectan de lleno, sin solución de continuidad con el presente, y en parte con el futuro.