El Pensamiento teológico de María Zambrano, núcleo de reflexión de esta obra, expone el interés que suscitó en la autora la reflexión sobre Dios. Se centra en el epistolario de Zambrano con un joven sacerdote católico, Agustín Andreu, al que conoce en los años cincuenta en Roma y con el que establece una larga correspondencia, iniciada en octubre de 1973 hasta primeros de abril de 1976. Las cartas aquí analizadas son las enviadas por María Zambrano, pues no se han publicado las que el teólogo y filósofo le dirigió a ella. Se recoge también en la presente obra unos anexos, breves estudios acerca de algunos de los temas tratados, de gran interés ya que añaden información o la centran mediante detalles relevantes.
Un epistolario, el aquí reunido, digno de tomarse en cuenta por mostrar, de modo evidente, el conocimiento y deseo de Zambrano de profundizar sobre las verdades de la fe católica y el estudio teológico que lleva consigo. Su interés se centra en las procesiones divinas, en concreto, en la misión del Espíritu Santo. De este tema principal surgen algunos otros igualmente importantes tales como la Encarnación de Cristo, la Virgen, la liturgia y la recepción del Concilio Vaticano II. Estudio de dicha recepción que la lleva a conocer a autores como Romano Guardini y escribir Manifiestos al Papa Pablo VI.
Derivadas de estas reflexiones, otras no menos importantes como el necesario diálogo entre la filosofía y la teología; la mística, la purificación y el desprendimiento personal… que convierten esta correspondencia en una de las más conmovedoras y hondas de la reflexión zambraniana.