Casandra tenía el don de la adivinación, pero recibía el pago de no ser creída. EL OFICIO DE CASANDRA alude a los analistas de la política, en particular a los analistas, breves y urgentes, de los medios de comunicación. No siempre aciertan pero, desde luego, casi nunca son creídos. Por eso se ensalza también la virtud de la paciencia. Originado en artículos de prensa, incluye nuevas formulaciones y textos inéditos, hasta constituir una reflexión, a veces escéptica y paradójica, a menudo irónica, sobre la política en tiempos de cambio histórico, en tiempos de desastre e incertidumbre. Desde la convicción de que, precisamente por sus errores, es el momento de defender la política, la democracia. Este manual de avisos, o de acertijos, hecho desde la teoría, el estudio y la experiencia, no sirve como catálogo de predicciones, pero sí, quizá, para constatar que una sociedad no puede vivir sin equivocarse. No espera cosechar creyentes. Al fin y al cabo la modernidad ilustrada comienza con la duda. Evitar que la duda se transforme en sospecha debería ser la vocación de las honestas Casandras de nuestro tiempo.