A lo largo de la historia, la figura del héroe se ha ido gestando a partir de hechos o acontecimientos locales a través de la tradición oral, leyendas, romances, cuentos, la literatura, poemas, obras de teatro, novelas y el arte, hasta alcanzar una dimensión nacional e incluso supranacional. En el siglo XX, la aparición del cine ha dado a algunos una dimensión universal. Es el caso de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, con la exitosa película de mismo titulo de 1961, producida por Samuel Bronston y rodada en España.
Una película cuyo guión se inspira en diversas fuentes literarias, desde los romances hasta los dramas de Guillén Castro y Corneille, y en las fuentes históricas, en especial en La España del Cid de don Ramón Menéndez Pidal, de ahí la satisfacción del académico y máxima autoridad en el tema al ver como su Cid fue llevado a la pantalla.
Es significativa también la intervención del protagonista, Charlton Heston, no sólo por la acertada interpretación sino por las aportaciones que hizo al guión y al personaje.
No menos importante fue el papel que jugaron la censura, la propaganda y la crítica para determinar la acogida del público, creando una imagen del Cid como héroe intachable, cuasi mesiánico, que sigue vigente en la actualidad.