Acompaña CD-ROM. Todos los alumnos son iguales, pero algunos son más iguales que otros, y por ello no todos los estudiantes quieren o necesitan el mismo tipo de manual universitario. Entre imponer a todos el mismo texto, o dejar abierto un cierto margen para que cada uno elija, me decanto por esta última alternativa, que permite satisfacer tanto la libertad individual, como la igualdad bien entendida. No hay peor discriminación que tratar igual a todos los alumnos, y no hay fundamento objetivo, racional y razonable que justifi que marginar a los que tienen más interés por una concreta asignatura, o a los que son capaces de esforzarse más para adquirir mayor cantidad y calidad de conocimientos. Pese a ello la tentación más generalizada puede ser abreviar el texto de los manuales universitarios, para reducirlos a los conocimientos que se pueden impartir a los alumnos con menos interés por el Derecho Administrativo, o que en su proyecto profesional tienen legítimamente otros gustos o intereses, y prefi eren esforzarse más en el estudio de otras asignaturas. Esa tendencia a menguar la exposición de la materia puede ir a peor en la atmósfera de Bolonia, si al limitarse las horas destinadas a las clásicas «lecciones magistrales », el volumen de los manuales se ajusta a la baja, para acoplarse al tiempo disponible para ese menester de la docencia presencial. Una opción alternativa es introducir alguna dosis de pluralismo en la concepción de los manuales, para permitir que cada alumno elija con libertad el texto que mejor se ajusta a sus aspiraciones académicas. La oferta editorial de un autor se puede bifurcar en dos productos: el manual que al profesor le gustaría poder impartir, y el libro que puede ajustarse a la demanda de la mayoría de los estudiantes. Cabe redactar primero un texto más completo, con más información, más ejemplos que ilustren las exposiciones teóricas y abstractas, un libro que introduzca gráfi cos o cuadros que resuman determinadas materias, y añadir