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Cultura política en Occidente. Arte, Religión y Ciencia

Cultura política en Occidente. Arte, Religión y Ciencia
Tomo II. Los Estados-Leviatán (siglos XV a 1789)

  • ISBN: 9788413191218
  • Editorial: Universidad del País Vasco
  • Lugar de la edición: Bilbao. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 23 cm
  • Nº Pág.: 576
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
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Resumen

Este Tomo II trata de uno de los períodos más convulsos, creativos y fascinantes de la historia de Occidente, el que va del Renacimiento a 1789. La unidad de las dos totalidades, el Imperio y la Iglesia, se desmoronó; el hombre, decía Lutero, era libre de comunicarse con Dios sin la intermediación del clero. Pero los protestantes acabaron protegiéndose del Vaticano y el imperio de los Austrias poniéndose bajo la protección de los nuevos Estados, a los que se subordinaron. Sobrevino un siglo de guerras atroces de religión que creó dos Europas: la protestante de los estados del norte y la católica de Trento y del Imperio español, el cual se lanzó a la conquista del continente americano.
A los principios religiosos de legitimación sustituyó el del Estado Leviatán, cuya autoridad procedía del poder de librar a sus súbditos del temor a perder la vida, por lo cual le debían obediencia absoluta. Los Estados absolutistas construyeron sus Leviatanes mediante las guerras, las que multiplicaban los impuestos; con los que aumentaba el número de funcionarios, leales por definición a quien les mantenía. La guerra promovía además un sentimiento de unidad nacional frente al enemigo, haciendo de las tierras mantenidas o conquistadas por el déspota el territorio del Estado, al que se sacralizó, por dispar étnica o culturalmente que fuera.
El Estado pre-moderno se alió con sus respectivas confesiones para controlar la vida privada de sus súbditos; correspondía ahora a la mujer disciplinar la vida afectiva y sexual de la casa, bajo el poder absoluto del marido, Rey-Sol de cada familia. La caza de brujas sirvió para mantener por el terror la adhesión de las mujeres al orden establecido. Pero el Leviatán no reinaba sobre un amasijo de individuos aislados, sino sobre una sociedad formada por el clero, la nobleza, y la burguesía. Los absolutismos mantuvieron de hecho una lucha incesante por dominar a los tres estamentos, sin llegar a controlarlos.
La aplicación de la ciencia al mundo productivo en la Inglaterra del siglo XVIII alumbró un paradigma nuevo de legitimación, el del consentimiento de los súbditos; así como el principio liberal, que acabaría eclipsando a los demás, del derecho de propiedad.
La Ilustración combinó en el siglo XVIII el optimismo racionalista que creía en un avance constante hacia un estado de perfectibilidad humana con los principios de libertad e igualdad. Pero en la práctica, los “philosophes” se limitaron a dar consejos a los déspotas ilustrados. A fines del siglo XVIII irrumpió un nuevo individualismo, el romántico del sentimiento, el cual creía apasionadamente en la fraternidad de los seres humanos.
Este nudo de conflictos estallará en 1789 con la Revolución Francesa.

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