Las mujeres asturianas se han caracterizado siempre por un gran espíritu de sacrificio y de lucha por unos ideales que, si bien son comunes a otros miembros de este género tradicionalmente apartado de la vida pública, y por razones históricas, han trascendido la inmediatez de la vida cotidiana. O quizá porque su vida cotidiana ha resultado tan particular, ligada a la mina y a su industria, son esos ideales tan universales. De este pasado y este presente mineros, en fin, brotan los relatos del colectivo de mujeres Les Filanderes, que continúan en el camino trazado por otras escritoras como María Teresa León o Dolores Medio, como Carmen Conde o Josefina R. Aldecoa. Estamos, no podía ser de otra manera, ante una literatura comprometida con la realidad, desde la asunción consciente del pasado histórico, que apuesta activamente por la pervivencia de las cuencas mineras manteniendo caliente su antiguo y escondido fuego.