Los bancos centrales exentos de control político, defienden las posturas a favor de la independencia, realizan sus funciones de formulación y ejecución de la política monetaria desde posiciones neutrales y con fundamentos únicamente basados en la técnica de la banca central. De esta manera, justifican, cualquier intromisión política afectaría a la credibilidad de los bancos centrales, que no podrían realizar su labor con la suficiente eficacia. Con independencia de que parece claro que la formulación de la política monetaria cuenta con un indiscutible elemento propiamente político, cabe preguntarse cuál es la posición de esa independencia de los bancos centrales en el entramado del poder público democrático. Un sistema de organización democrática cuenta, como es conocido, con sus renuncias, pero ¿puede una sociedad democrática renunciar a controlar democráticamente al banco central? La cuestión clave es definir si la independencia del banco central es compatible con el Estado constitucional. Con este objetivo, el análisis que desarrolla el libro trata, en primer lugar, sobre si en el seno de una organización democrática del poder público pueden darse ámbitos propiamente independientes; en segundo lugar, cuáles son las pretensiones de la independencia de los bancos centrales y cuáles son las opciones que al respecto se ofrecen dentro del marco democrático en el Estado constitucional.