El francés, Benjamin Constant (1767-1830), fue uno de los hombres más populares de su época y su pensamiento se proyecta aún sobre el mundo contemporáneo en la salvaguardia de la libertad individual. El interés de las sociedades actuales sobre su figura se justifica en la defensa que hizo este pensador de la política moderada y constitucional.

Benjamin Constant fue testigo de hechos fundamentales para la historia: la Revolución Francesa y la caída del absolutismo; la llegada de la primera República y del Terror; el triunfo de la autocracia de Napoleón; la Restauración; la monarquía constitucional; la Revolución de 1830, y el triunfo del parlamentarismo. Participó en todos estos acontecimientos “con sus reflexiones, con su incansable actividad como panfletista y periodista y, sobre todo al final de su vida, con su entusiasta activismo político como diputado”, señala el autor del libro en la reseña.

Hoy de nuevo “se alza desafiante la bandera del iliberalismo”, por eso, “conocer la vida y la obra de Benjamin Constant resulta imprescindible”, asegura. Las doscientas páginas del libro muestran la confrontación de quienes piensan que “la democracia es ejercer una soberanía ilimitada en nombre del pueblo y que la justicia no debe poner límites a la arbitrariedad de la voluntad colectiva”, frente al pensamiento del político francés que opinaba que “la participación política es absolutamente necesaria para proteger la libertad”, según recoge la biografía.