Logotipo librería Marcial Pons
Barbarroja (II): El Grupo de Ejércitos Centro

Barbarroja (II): El Grupo de Ejércitos Centro
(Revista Desperta Ferro. Contemporánea, Nº 56, año 2023)

  • ISBN: 101094104
  • Editorial: Desperta Ferro Ediciones
  • Lugar de la edición: Madrid. España
  • Encuadernación: Rústica
  • Medidas: 28 cm
  • Nº Pág.: 65
  • Idiomas: Español

Papel: Rústica
7,50 €
Stock en librería. Envío en 24/48 horas

Resumen

Al igual que Napoleón en 1812, tras sus éxitos espectaculares durante la primera semana de la Operación Barbarroja, durante la cual cercó y destruyó los ejércitos soviéticos desplegados en la frontera, el Grupo de Ejércitos Centro (Heeresgruppe Mitte) alemán tuvo que enfrentarse también a Smolensko, punto central y nudo de comunicaciones crucial en el camino hacia Moscú. La maniobra fue tan rápida como las anteriores. Con el Tercer Panzergruppe de Hoth progresando por el norte y el Segundo Panzergruppe de Guderian atacando por el sur, la ciudad y las numerosas tropas que la defendían, casi cercadas, parecieron condenadas, sin embargo, aunque la ciudad fue conquistada durante la tercera semana de julio, en esta ocasión los alemanes no iban a ser capaces de cerrar la bolsa, cuyos defensores resistieron hasta el 6 de agosto, con la misma facilidad que antes. Las discusiones en torno a cuándo se perdió la guerra en el este, que empezaron señalando la batalla de Kursk en el verano de 1943, luego la de Stalingrado al inicio de ese mismo año y después la de Moscú a finales de 1941, han dado un paso más y han situado Smolensko, apenas dos meses después del inicio de Barbarroja, como el momento crucial, en el que todo pudo suceder. Dos son los factores a tener en cuenta. El primero, los constantes contraataques del Ejército Rojo, cuyas tropas fueron capaces si no de derrotar si de desgastar muy seriamente a los alemanes del Grupo de Ejércitos Centro. Y el segundo, el debate en el seno del alto mando alemán en torno al objetivo siguiente de la invasión: Moscú o Leningrado y Ucrania. Mientras los generales decidían qué hacer a continuación se perdió un tiempo crucial que, sumado al desgaste provocado por los contraataques rusos, iba a suponer el fracaso de toda la Operación Barbarroja.

La bolsa de Smolensko del Grupo de Ejércitos Centro. El gran esfuerzo de Barbarroja por Robert Kirchubel
Los historiadores llevan reevaluando la batalla de Smolensko al menos desde mediados de la década de 1990. Hasta entonces, lo sucedido durante el verano de 1941 había sido descrito como otro más de los cercos de la Operación Barbarroja, después del de Minsk y antes de los de Kiev y Viazma-Briansk, dando testimonio de la excelencia operacional de la Wehrmacht. Según estas interpretaciones, la operación habría culminado o bien a finales de otoño ante Moscú o a finales de verano en Kiev. En este último caso se alega que Hitler cambió, insensatamente, una victoria segura en la capital soviética por una baratija en Ucrania. Sin embargo, esta anticuada visión de Barbarroja como un éxito en potencia desperdiciado por los alemanes cambió cuando David Glantz y Jonathan House publicaron Choque de Titanes (Desperta Ferro, 2017). Desde 1995, las acciones y contraataques del Ejército Rojo se han convertido en el factor determinante del fracaso de la ofensiva alemana del Grupo de Ejércitos Centro.

El soldado soviético. Disciplina, motivación, moral por Roger R. Reese (Texas A&M University)
El Estado soviético promovió una imagen unidimensionalmente intrépida de sus soldados durante y después de la guerra, sin embargo, además de muestras de valor, estos combatientes también mostraron cobardía y cometieron numerosos actos de indisciplina, crímenes y violaciones de las regulaciones, todos los cuales desafían a la narrativa oficial. El comportamiento poco heroico de los combatientes del Ejército Rojo fue el resultado de la escasa motivación y baja moral que ya existían antes de la guerra contra Alemania. Los motivos más habituales de esta situación fueron la insatisfacción con el régimen soviético originada por la colectivización de la agricultura, las purgas, la mala calidad de vida y la discriminación de las minorías nacionales. El liderazgo incompetente, las bajas elevadas y el derrotismo también fueron factores que influyeron. Todo ello sin olvidar las sucesivas derrotas sufridas a lo largo del segundo semestre de 1941. El estudio del mal comportamiento de estos combatientes nos ayuda a corregir la falsa narrativa según la cual todos fueron héroes.

El soldado soviético. Disciplina, motivación, moral por Roger R. Reese (Texas A&M University)
El Estado soviético promovió una imagen unidimensionalmente intrépida de sus soldados durante y después de la guerra, sin embargo, además de muestras de valor, estos combatientes también mostraron cobardía y cometieron numerosos actos de indisciplina, crímenes y violaciones de las regulaciones, todos los cuales desafían a la narrativa oficial. El comportamiento poco heroico de los combatientes del Ejército Rojo fue el resultado de la escasa motivación y baja moral que ya existían antes de la guerra contra Alemania. Los motivos más habituales de esta situación fueron la insatisfacción con el régimen soviético originada por la colectivización de la agricultura, las purgas, la mala calidad de vida y la discriminación de las minorías nacionales. El liderazgo incompetente, las bajas elevadas y el derrotismo también fueron factores que influyeron. Todo ello sin olvidar las sucesivas derrotas sufridas a lo largo del segundo semestre de 1941. El estudio del mal comportamiento de estos combatientes nos ayuda a corregir la falsa narrativa según la cual todos fueron héroes.

La hora de la destrucción. El ataque a la Fuerza Aérea Roja por Michael E. Haskew
A las 3.15 horas de aquel fatídico domingo 22 de junio de 1941 empezó el terrible sufrimiento de la Fuerza Aérea Roja bajo los embates de la Luftwaffe. Durante las primeras horas de la invasión, los soviéticos iban a perder unos dos mil aviones y, aunque la precisión de las bajas que constan en los informes de ambos bandos puede ser discutida, la conclusión es inevitable: la Luftwaffe, destrozó a la fuerza aérea más grande del mundo, con 7850 aparatos desplegados en el oeste de la Unión Soviética, con rapidez y eficiencia. En cumplimiento de las órdenes contenidas en la Directiva n.º 21 del Führer, emitida el 18 de diciembre de 1940 y en la que se especificaba que “[…] será misión de la Luftwaffe paralizar y eliminar en la mayor medida posible los efectivos de las Fuerzas Aéreas rusas […]. También apoyará las operaciones principales del Ejército de Tierra”, aquel primer día los alemanes ejecutaron casi dos mil trescientas salidas contra las seis mil de los soviéticos.

Stalin ante Barbarroja. Un drama en tres actos por Mark Edele (University of Melbourne)
Cuando el 22 de junio de 1941, hace poco más de ochenta años, los alemanes rompieron el tratado de no agresión con la Unión Soviética, Iósif Stalin comprendió que había fracasado. El objetivo de su política exterior desde 1939 había sido el de asegurarse de que los alemanes estuvieran ocupados en otro sitio y dejaran a los soviéticos en paz. La razón tras el pacto Mólotov-Ribbentrop de agosto de aquel año había sido mantener al país fuera de la guerra que Stalin sabía inminente, para debilitar a los capitalistas, especialmente al Reino Unido y a Alemania, dejando que se combatieran mutuamente y luego lidiar con lo que quedara, si era posible. Por aquel entonces, se había mostrado muy complacido con su propio ingenio diplomático. “Sugirió que era la Unión Soviética la que había burlado a Hitler al firmar el tratado –indicó Nikita Jrushchov en sus memorias–. Hay un juego en proceso que consiste en ver quien puede burlar y engañar mejor al otro”. Stalin profundizó en la descripción de sus expectativas en una reunión con algunos camaradas cercanos que tuvo lugar en el Kremlin una semana después de la invasión alemana de Polonia en septiembre de 1939.

El nacimiento de las “guerrillas” soviéticas por Alexander Gogun m.b. (Freie Universität Berlin)
El investigador estadounidense Kenneth Slepyan, en su monografía Stalin’s Guerrillas. Soviet Partisans in World War II, definió correctamente, partiendo de los escritos de Stalin, lo que actualmente se llama el movimiento partisano soviético: “En otros países de la Europa ocupada la Resistencia se desarrolló desde el principio más o menos espontáneamente, sin apoyo institucional o estatal importante. Todo lo contrario ocurrió en la Unión Soviética, donde las instituciones estatales se encargaron de crear, organizar y liderar a los partisanos desde el principio”. En conclusión, no se trata de dos fenómenos similares aunque diferentes en su forma, sino de dos fenómenos diferentes en su esencia pero al mismo tiempo similares. Los partisanos rojos no eran insurgentes (rebeldes), sino comandos de saboteadores, espías y terroristas. El nombre mismo indica la diferencia esencial: los insurgentes se crean como resultado del fuerte descontento de la población con el régimen dominante, actúan en gran medida en función de los intereses y deseos inmediatos de la población local. Las fuerzas especiales, por su parte, son dejadas o enviadas tras las líneas enemigas por los servicios de seguridad del Estado y actúan en interés de sus comandantes.

Las batallas de agosto y los contraataques soviéticos contra el Grupo de Ejércitos Centro por Richard W. Harrison
La segunda fase de la batalla de Smolensko comenzó el 30 de julio de 1941, cuando Hitler, en su última directiva dirigida al Grupo de Ejércitos Centro (Heeresgruppe Mitte) ordenaba pasar a la defensiva con las unidades de infantería en la práctica totalidad del frente mientras destacaba la mayor parte de sus fuerzas acorazadas hacia los flancos. Para consolar a los mandos del grupo de ejércitos, que habían estado presionando en pos de continuar la ofensiva hacia Moscú, la orden indicaba que el avance hacia la capital soviética podría retomarse en una fecha posterior. En realidad, este documento era una mera extensión de las directivas emitidas los días 19 y 23 de julio, que habían ido menguando gradualmente la capacidad del Grupo de Ejércitos Centro para seguir ejecutando operaciones ofensivas en la dirección estratégica de Moscú. Se trataba de una decisión que tendría que haber puesto punto final a las enconadas discusiones que habían caracterizado la dirección de las operaciones de esta fuerza desde el momento en que los carros de combate alemanes cruzaron el río Dniéper tres semanas antes, pero que ni aplacó su irritación por estas restricciones ni le hizo perder de vista la capital soviética como objetivo.

Smolensko y el fracaso de Barbarroja por David Stahel (University of New South Wales, Camberra)
Comprender los puntos de inflexión en la historia militar es un proceso complejo, sobre todo porque la evaluación de las pruebas es algo muy subjetivo. El que corresponde a la guerra que libró Alemania en el este se ha discutido normalmente en términos de tres batallas: Moscú (octubre de 1941 a enero de 1942), Stalingrado (agosto de 1942 a febrero de 1943) o Kursk (julio de 1943). Sin embargo, este artículo no pretende analizar estas opciones pues la idea de punto de inflexión debe basarse en la existencia de una opción ganadora de la guerra para Alemania y, en este caso, el mejor escenario es Smolensko. Hasta ahora, la Operación Barbarroja había sido considerada inequívocamente como la fase exitosa de la guerra en el frente del este. El Ostheer avanzó hacia el interior de la Unión Soviética en todos los frentes y la cifra de prisioneros capturados ascendió por encima de los tres millones. Así, ¿cómo es posible sugerir que aquel no fue el mejor momento de la Wehrmacht?

El exterminio de los cautivos del Ejército Rojo por Alex J. Kay (Universität Potsdam)
La Wehrmacht tenía muy claro a qué escala podía esperar capturar a las tropas soviéticas, pero aun así descuidó los preparativos necesarios para alimentar y alojar a unos hombres que los planificadores económicos y los jefes militares consideraron que serían competidores directos de las fuerzas armadas en lo que a víveres se refiere. Las obvias limitaciones a su libertad de movimiento y la relativa facilidad con la que grandes cantidades de ellos pudieron ser segregados y sus raciones controladas fueron factores cruciales a la hora de explicar la muerte de más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos, la inmensa mayoría de ellos como consecuencia directa o indirecta del hambre y la desnutrición. El proceso se inició con un claro desinterés por encargarse debidamente de aquella gente, pero con la llegada del otoño derivó en la decisión clara y meditada de matar de hambre a todos los que no pudieran aportar su trabajo a la economía de guerra o a los ejércitos alemanes.

Directores Alberto Pérez Rubio, Carlos de la Rocha, Javier Gómez Valero.

Resumen

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y facilitar la navegación. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.

aceptar más información