El reino de Mallorca se encuentra en los siglos XIII y XIV en el epicentro de las grandes rutas comerciales mediterráneas; en este mundo en plena transformación surgirán las instituciones bancarias privadas, que prestarán importantes servicios a los mercaderes como el cambio de moneda, los depósitos, los cambios y los préstamos. Por esta razón, detectamos ya a mediados del siglo XIII cinco bancos privados, en las últimas décadas del mismo siglo y primeras del siglo XIV su número creció hasta seis o siete, reduciéndose a tres o cuatro instituciones bancarias a finales del XIV.

La necesidad sentida por las instituciones, como la Corona y el municipio, por gestionar sus rentas e impuestos de forma más eficiente determinarán la fundación de un banco real ("taula del senyor rei"), en 1301, vinculado a la reforma monetaria del reino, y de un banco municipal ("taula de la Universitat") en 1321, surgido en el contexto de la colaboración económica de Mallorca a la empresa de la conquista de Cerdeña, conviertiéndose después de Venecia en las instituciones bancarias de carácter público más antiguas de Europa.

La vinculación de la banca al mundo económico y a los avatares de la política generados por la guerra de Sicilia, la guerra de Cerdeña y la guerra con Castilla determinaron periodos de gran inestabilidad con la quiebra de bancos en 1299-1308, 1328-1333, 1364 y 1378-1398. A remolque de estos acontecimientos fue implantándose una legislación bancaria destinada reforzar las garantías de los bancos (bancos asegurados), la represión de las quiebras fraudulentas (con la pena de muerte), la limitación de operaciones de los banqueros no asegurados y los requisitos establecidos para poder volver al negocio bancario. También las bancas públicas experimentaron reformas; el reglamento de la banca municipal fue modificado en 1359 y de 1398, con un mayor control de los riesgos (prohibición de remunerar los depósitos y prohibición de préstamos a particulares).