El libro de Antonio Martínez González, profesor titular del Área de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos, es un trabajo de gran interés sobre una cuestión de actualidad y, a la vez, de controversia. Como afirma Miguel Requena, director del Instituto Universitario Gutiérrez Mellado, en el prólogo, representa “una aportación nueva y enriquecedora” porque profundiza en lo que se puede denominar como la microeconomía de la defensa, en la que los fabricantes de equipos son un elemento fundamental de la seguridad nacional”. El trabajo de Martínez González, es uno de los pocos especialistas en economía y tecnología de la defensa que hay en España, se pregunta por la eficiencia y la competitividad de las industrias del sector y su papel en el ámbito económico nacional. ¿Cuáles son los costes, pero también los beneficios, de mantener una base industrial y tecnológica de defensa? El profesor recuerda, entre otras cosas, que el desarrollo de este mercado ha hecho cada vez más difusa la frontera entre la investigación y la producción en los campos civil y militar, puesto que los avances en el primero contribuyen a la mejora de las capacidades de defensa y los descubrimientos en el segundo terminan innovaciones y ventajas técnicas importantes para la vida cotidiana de los ciudadanos, así un valor añadido determinante, gracias a la optimización de las capacidades de una industria altamente especializada y de muy alto contenido tecnológico. Probablemente, lo único que se puede achacar el trabajo es que se mantenga siempre en el campo teórico y no caiga en la tentación de trasladar sus teorías y planteamientos al caso español. En cualquier caso, es un excelente recursos para todos aquellos que quieren conocer el funcionamiento de producción y contratación de las empresas del sector de la defensa. Al mismo tiempo, identifica con aciertos las y dificultades principales. “Los sistemas de armamento que se producen actualmente –señala el profesor Martínez González- suelen costar más que lo que nuestras sociedades están dispuestas por lo general a asumir, tardan demasiado tiempo en entrar en servicio y finalmente puede suceder que no cumplan con muchas de las características con los que inicialmente fueron planificados”. En este sentido, dice que hace falta en general –aunque claramente parece destinado a España-, “nuevas estrategias que proporcionen capacidades incrementales y desarrollos en espiral, en un flujo que podría describirse como fabricar poco, ensayar poco, fabrica otro poco, etc., que permita incorporar progresivamente las nuevas tecnologías y procesos de manera gradual pero ineludible. Los desarrollos evolutivos o en espiral permiten incorporar capacidades basadas en altas tecnologías más rápidamente y a un coste menor, a través de la producción y puesta en servicio de sistemas basados en tecnologías maduras” (Pág. 209). Martínez González asegura que la base industrial de defensa tal y como la conocemos en la actualidad “tiene los días contados” y esta “necesariamente obligada a renovarse para conseguir una mayor capacidad de respuesta”.