Desde 1836 el impacto de la guerra carlista en la sierra de Gredos comenzó a crecer de un modo exacerbado. Esa montaña, y sus valles, ya habían sido reducto de guerrilleros durante la Guerra de la Independencia y en el Trienio Liberal.

Esa histórica tierra de paso, entre las dos Castillas, entre Madrid y Extremadura, volvió a ser un territorio tomado por las guerrillas. La presencia de poblaciones importantes, de más de mil habitantes, con importante apoyo carlista y la fragosidad fueron, de nuevo, ventajas competitivas para los guerrilleros carlistas; tanto para la caballería como para la infantería.

Esa nueva realidad de la guerra supuso que el Gobierno cristino, y las autoridades provinciales, buscaran soluciones para no perder dicho territorio. Entre 1836 y 1839 diferentes ejércitos de tierra pasaron por la sierra de Gredos para intentar atajar la rebelión carlista. Unos años duros para los vecinos del Tiétar que observaron, y participaron, en las batallas de La Iglesuela (Toledo), Mombeltrán (Ávila), Mijares (Ávila), Casavieja (Ávila) y Sotillo de la Adrada (Ávila). Finalmente, en 1839 los guerrilleros carlistas fueron arrinconados.

Las operaciones coordinadas del ejército con la Milicia Nacional y la presencia continuada en la sierra de Gredos de los Cuerpos Francos y las medidas de gracia de las fuerzas cristinas fueron las causas principales de su declive final.