tres aportaciones son destacables del libro: su preocupación por analizar la situación de la mujer en el escenario de la administración de la justicia de los siglos XVII y XVIII; el estudio de las fuentes procesales en la línea que lo hicieron historiadoras como Arlette Fargue y superando las servidumbres respecto a las fuentes inquisitoriales y, por último, el análisis de ámbitos territoriales distintos, Castilla y Portugal, lo que nos permite el análisis comparativo.

En total se incluyen en el libro ocho trabajos (de dos portugueses: A. Fialho y I. Drumond y seis españoles: J. J. Iglesias, M. Torremocha, A. Corada, M. J. Pérez; M. Herranz y A. Martín). Iglesias incide en el estudio de la judicialización de la resistencia de la mujer frente al control patriarcal en la Andalucía moderna. Torremocha focaliza su atención en las cárceles de mujeres, el penitenciarismo femenino, desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, a partir de fuentes como los escritos de Magdalena de San Jerónimo, Antonio González Yebra y Marcelino Pereira. Corada nos describe la problemática del divorcio y la política de separación, tanto en los aspectos normativos como en la práctica judicial. Pérez Álvarez nos expone el protagonismo femenino en los pleitos con los poderes otorgados a las mujeres en el ámbito de los conflictos judiciales en el León del siglo XVIII. Herranz se fija en la situación jurídica de las monjas de las Huelgas de Valladolid, en los pleitos de la Real Cancillería. Martín se ocupa de las transgresiones femeninas con violencia inclusive en El Ferrol del Antiguo Régimen. Las historiadoras portuguesas Fialho y Drumond nos permiten conocer la estela jurídica del poder en los conventos femeninos como el de Benito de Cástris y las derivaciones de las confiscaciones inquisitoriales sobre las mujeres en el Portugal moderno.

Un libro innovador que abre nuevas líneas de investigación en un campo hasta ahora poco estudiado, el de la dialéctica de las mujeres con la justicia en la Península Ibérica en la época moderna.