Conocida es la buena fama que supo ganarse la Marina ilustrada española a lo largo del siglo XVIII. Aaquellos oficiales, comandantes de escuadras y de navíos, virreyes y gobernadores, preclaros científicos y expedicionarios, directores de academias y de observarorios, conformaron una sociedad indisoluble en pro de los intereses de la Monarquía Católica, sociedad que conoció el triunfo tanto en el campo científico como en el militar. El brigadier Juan Gutiérrez de la Concha fue uno de ellos. Marino, como otros muchos, de pluma y pólvora, de ciencia y espada, tuvo la particularidad de haber participado en campañas militaresdestacadas, como las de Santa Catarina y Colonia del Sacramento, Argel y Pensacola, y en importantes expediciones y comisiones científicas de su tiempo, como la de Malaspina y Bustamante alrededor del mundo, o la de demarcación de límites con el Brasil. Su presencia política y militar en el virreinato del Río de la Plata coincide con un momento crucial, y ha de actuar en la reconquista y deensa de la ciudad de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, y encabezar, junto a Liniers, como gobernador intendente de Córdoba del Tucumán la contrarrevolución, en 1810. En esta última acción probará su fidelidad a la Corona con la entrega de su propia vida. Valorado por unos y cuestionado por otros, quedó cubierto en la historia rioplatense con un manto de indiferencia, mientras que España tenía pendiente una deuda de reconocimiento hacia su persona y su nombre.