La profesión de José María de Quinto #que además de director y crítico teatral trabajó en el mundo de los seguros# le obligó a viajar con mucha frecuencia, especialmente a América Latina. Escritor e intelectual hasta el fin, De Quinto siempre llevó en sus viajes unos cuadernos de notas en los que dejó constancia de sucesos, encuentros y reflexiones que retratan un lugar y una época sumamente convulsos, caracterizados por revoluciones, golpes militares, dictaduras, violencia y pobreza. Pero caracterizados también por el empeño de los pueblos latinoamericanos de sumarse a los nuevos tiempos, al progreso y a la cultura, aspecto este último con el que De Quinto se muestra particularmente sensibilizado. Sus relaciones profesionales le permitieron conocer a destacados personajes de la política, la diplomacia, las finanzas y la alta sociedad, y a asistir en muchos momentos al dolce far niente #como él mismo lo califica# de cócteles y fiestas, comidas interminables y frívolos o aburridos encuentros, frente a los que tuvo que dominar el tremendo hastío que le provocaban. Pero también aprovechó el autor sus viajes para conocer en profundidad la América Latina más auténtica, paseando por las calles de las grandes ciudades, a veces conmocionado por su miseria, o viajando a las tierras del interior y a las pequeñas aldeas de población indígena. También encontró tiempo para reflexionar sobre la vida de los españoles en el exilio y para pulsar su vida cultural #mención destacada merece su amistad de años con Max Aub#, asistir a representaciones teatrales y películas (muchas prohibidas en España) o reflexionar sobre su literatura.