Domínguez Ortiz, americanista. No es frecuente referirse a Don Antonio con este calificativo y hasta puede parecer un tanto aventurado; él mismo nunca se arrogó tal título «que algunos colegas me otorgan por pura benevolencia» 1. Sin embargo, espigando en su voluminosa producción científica son muchos los trabajos que tienen como referencia el mundo americano, particularmente el que discurre entre la época del Descubrimiento y el momento de las Independencias. Esto es, la América virreinal, colonial, moderna#, en última instancia, aquélla que, como un reino más, formó parte de la monarquía hispana y que tan directamente influyó en su devenir histórico. Estos trabajos, en efecto, abordan las cuestiones americanas en tanto en cuanto fueron expresión de las directrices políticas de la Corona o porque llegaron a tener una innegable repercusión sobre los diferentes ámbitos de la vida peninsular. En todos ellos se pone de manifiesto que la historia de América de los siglos XVI-XVIII es inseparable de la historia de España y que las conexiones entre ambas son tan profundas como indiscutibles. No siempre hubo tal reconocimiento y baste recordar las historias de Pulgar, Bernáldez o las de los mismos cronistas del Emperador para percatarse de tal disociación. Tampoco la historiografía posterior hizo demasiado en corregir esta situación. Sólo el maestro Carande en 1943 supo romper la tendencia y a ella se sumó decididamente Domínguez Ortiz. Sus trabajos «americanistas» profundizaron en esta línea enfatizando la importancia que la expansión atlántica tuvo en la conformación de la monarquía de los Austrias y luego en la de los Borbones; de este modo llevó al debate histórico el peso de la influencia ultramarina en el panorama económico español. El monopolio comercial, las remesas de caudales, la venta de oficios, la casa de la moneda, entre otros muchos, son temas que de forma reiterada ocuparon su atención. Desde el punto de vista geográfico, no podía ser de otra manera, Andalu